viernes, 8 de mayo de 2020

El reencuentro




El reencuentro también puede ser, con sus miedos, un forma de ayudarnos a forjar un espíritu valiente.

Recordareis que antes de venir la tormenta vírica era cosa normal reunirse con amigos: en la terraza de un bar , en una excursión , en una cena de solidaridad,etc. Con la llegada del bicho todo se vino abajo: la incertidumbre y los peligros que preconizaban los científicos nos hizo encaracolarnos en el núcleo familiar, a esperar ver que límites sobrepasaba la epidemia. Las amenazas y las mentiras de los gobernantes ,muchos de nosotras, nos las hemos pasado por el forro, como siempre,no podía ser de otra forma ,debido a nuestros genes de pura rebeldía.

Muchos de nosotras, durante el tiempo que está durando el secuestro-alarma del gobierno, hemos intentado no perder el contacto con la familia y con las amistades , sobre todo con aquellas gentes solidarias que lo dieron todo antes ,ahora y después de la maldita agresión vírica.

Sobre estos tímidos reencuentros, de las horas convenidas por el régimen,suelen generar cambios psicológicos importantes. Porque de lo que se trata es de reencontrar la verdad de lo que nos está sucediendo en estos tiempos. Eso es algo realmente valioso,ya que solemos perderle el rastro constantemente.

Escuchar a nuestros propios sufrimientos internos nos preparara para reencontrar y enfrentar a los problemas futuros, es lo que llamaríamos : un entrenamiento básico para nuestro desarrollo personal.

En estos momentos de miedo justificado, la vida nos pone en situaciones para aprender el valor de nuestras amistades. Es posible que a partir de estas crisis, porque serán cíclicas, seremos más tiernos con nuestros amigos al despedirnos, porque siempre planeará la duda de saber dónde y cuándo nos volveremos a reencontrar.

Estas experiencias que estamos viviendo , de soledad enclaustrada , nos servirán para evolucionar en nuestro futuro comportamiento de relación con amistades y conocidos . Y lo estamos observando en el comportamiento de la gente que no conocíamos de nada. Es general observar,en las horas vigiladas, que durante los paseos por la ciudad , o por las zonas verdes que rodea nuestros barrios, las gentes nos saludamos como nunca antes lo hicimos. En fin... No hay mal que por bien no venga.








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