martes, 20 de febrero de 2024

Lopera y la Caló

 


Hace  demasiado tiempo que no regreso a Lopera para Agosto, la maldita caló me lo impide. Claro que sí podía hacerme el valiente y librar la batalla contra  los más de 40º que marca el termómetro. Mi primo Paco así lo hace: Se ha construido un pequeño oasis que hasta pasa frío cuando sale de su piscinaca. Pero yo no soy un persistente y un manitas como lo es mi primo Paco , yo me reconvertí en un auténtico urbanita que solo domino los mandos , los demasiados mandos que nos han vendido la sociedad de consumo. Sí…. ya lo sé, es la misma sociedad que  está colaborando al cambio climático , y por ello me cago en la mar salada y en todas sus consecuencias.

Recuerdo de chico, con apenas 13 años, y cuando todavía se podía soportar el Sol con un sombrero de paja, que Pedro, mi padre, nos hacia meter, a mi hermano Antonio y a un servidor, un par de carros de paja,de  aquellos estirados por los mulos, en el estrecho pajar de nuestra casa, la que hace esquina y está enfrente de la piscina municipal. Y en aquellas horas de subir sacos y más sacos con el carrucho , no pasábamos calor ,sino puro estrés para acabar de meter la paja antes de las 22 horas de la noche,para así   poder ir al paseo, a que te paseara la chica que te gustaba .  Uf , que tiempos aquellos y cuanto tiempo ha transcurrido. 

Y ahora, cada vez que mi primo Paco me transfiere los datos metereológicos que sucederan en Lopera en los días de Agosto,  me entra el  pánico y me digo:

- Que no tío , qe no tienes necesidad de cocerte en el horno loperano.

Pero sucede que al instante regresan   las contradicciones y mi pensamiento se vuelve a centrar en los días de la pubertad loperana. Aquella niñez-juventud prematura que  no cesaba de descubrir los cambios que se estaban produciendo en la sociedad andaluza, a pesar de los intentos de la derecha reaccionaria, también local, por mantenernos   en su obsoleto costumbrismo de Iglesia, la falsa moral  y el respeto a su orden   establecido.

Pero no,hoy no quiero meterme con los culpables de que muchos y muchas loperanas hubiéramos de marchar en busca de algún futuro que nos negaban ellos. Hoy quiero escribir de la Caló, de esa maldita caló  que derrite hasta las piedras y me obliga a no volver a Lopera en Agosto, por su feria  y para chatear ese vino que te quita el sentío y te dá alas para que tu memoria no se olvide nunca que tú naciste en Lopera y, por tanto., eres un hijo de la Caló.