Hojeando
los titulos de mi biblioteca, para selecionar uno que me entretuviera
en el confinamiento y me diera alas para combatir el horror del
COVID19 , he sufrido una Metamorfosis
kafkiana, al observar que sobre mis estanterias descansan un buen
puñado de obras literarias de corte infantil y juvenil, que en su
momento me ayudaron a salir al mundo exterior y no sucumbir ante el
intento,por parte del sistema que
describió el gran George Orwel en su libro 1984,
de someternos
a la vigilancia del Estado-Gran Hermano y
mantenernos en el umbral de la ignorancia.He aquí que realizo una
breve reseña de algunos de ellos.
Y así podría enumerar decenas de situaciones a las que , a mi
necesidad de seguir siendo niño, las intertemporizaba para,
posiblemente, huir del mundo ruín, egoista e insolidario de los
adultos. Todo esto me sucedía ,también, cuando se me acentuaba la
necesidad de encontrar un mundo ideal , de manera sencilla y facil , ante la imposibilidad de cambiar, de forma colectiva, el rumbo de
una sociedad que todavía estaba inmadura para realizar cambios
revolucionarios.Soñaba con la venida de Un
mundo feliz, tal
como lo describía en su libro
Aldous
Huxley. Es decir un mundo utópico. Aunque fuera irónico y
ambiguo:Donde la humanidad es ordenada en castas y donde cada uno sabe y
acepta su lugar en el engranaje social, saludable, avanzado tecnológicamente y libre sexualmente. Y donde la guerra y la pobreza han
sido erradicadas, y todos son permanentemente felices. Sin embargo,
la paradoja es que todas estas cosas se han alcanzado tras eliminar
muchas otras: la familia, la diversidad cultural, el arte, el avance
de la ciencia, la literatura, la religión, la filosofía y el amor.
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