Estos
días ando un poco cabreado conmigo mismo. Soy incapaz, de ahí este
intento de recuperar el viejo espíritu crítico, de poner en orden
el caos informativo que aletea sobre Santako.
Por
un lado, no acabo de ponerle nombre y apellidos a los que están
detrás de esa campaña de repetir , una cien mil veces, que nuestra
ciudad padece una situación de inseguridad muy parecida a la de la
Chicago de Eliot Nels- ¿se recuerdan de los Intocables? .
Por
otra parte, tampoco veo reaccionar a los que gobiernan la ciudad, y a
sus acólitas asociaciones de vecinos, planificar de forma social una
política efectiva para evitar el pequeño hurto y los conatos del
gamberrismo habitual de cada colectividad.
Observo
con cierto cabreo que tengan que ser los propios vecinos los que
hartos y más que hartos, de la pequeña delincuencia, del
gamberrismo y de la incompetencia del gobierno municipal, se lancen a
la calle para poner un poco de orden.
El
gobierno municipal, ante su incapacidad de llevar a cabo unas
políticas sociales efectivas, que haría disminuir esa situación de
inseguridad, delega ese trabajo, de forma represiva, a las diferentes
policías de la ciudad y a su invento mágico de los serenos.
Esa
política nefasta de manejar la delincuencia local y al inevitable
gamberrísmo, está dando alas a la gente de ultraderecha y a los de
Ciudadanos, a crear un caldo de cultivo entre la gente de buena fe
para que se sienta insegura y desprotegida.
Santako
tiene que cortar las alas al ladronzuelo, al gamberro, pero de forma
radical a los que quieren auparse al poder local mediante el miedo
y la inseguridad colectiva.
Y
para conseguirlo, Nuria, has de sacar de sus despachos a concejales,
cargos y demás colaboradores a sueldo a la calle. Para que escuchen
a las vecinas y den respuesta rápida a sus quejas. De nada vale la
publicidad engañosa de vuestros medios, de que nuestra ciudad es el
paraíso, cuando cientos de vecinos tienen que poner orden en las
Oliveras, en Serra de Marina o en el Fondo.
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