lunes, 2 de septiembre de 2019

CUENTO: El cambio climático

      ( A mi nieta Janna y a su hermano Etienne, que tanto les preocupa la naturaleza )
                       
  
   Prudéncio, vivía en los arrabales del pequeño pueblo y andaba asustado porque no cesaba de llover, era el décimo día y el agua rebosaba por todas las dependencias de la casa, por lo que tuvo que romper una parte de la tapia del corral trasero e improvisar un desagüe y así evitar que las gallinas y los pavos se ahogaran.  Joana, su nieta, le juraba y perjuraba  haber vivido anteriormente una situación  parecida y que tenía mucho miedo de que el agua arrastrara sus muñecas.  Prudencio la tranquilizaba en vano:

-No llegará la sangre al río cariño-le dijo. Y al cabo de una larga lucha con la riada, las aves que con tanto esmero había criado la abuela  Federica empezaron a aletear en señal de agradecimiento.

-Aprovecha que ha escampado para llevar a la niña con sus padres, que estarán bastante preocupados - sugirió Prudencio a Federica, su esposa.
  
  Joana recogió sus muñecas y las abrazó con ternura cierta, como si tuvieran vida propia.
  La abuela cogió el paraguas descosido a modo de  prever que  volviera la lluvia. Ambas enfilaron  hacia la calle con dirección a la casa de  Amalia, su hija y madre de la niña,  con cuidado de no pisar los múltiples charcos que se había producido en la calzada sin asfaltar.
  Al pasar  frente al comercio de la viuda Visitación  observaron que había entrado bastante agua en la tienda y como la propietaria estaba ocupada en salvar  los sacos de azúcar, garbanzos y lentejas que solía tener sobre el piso  en la parte posterior del mostrador.

 -Pobre mujer, esta inesperada  tormenta habrá supuesto casi su ruina- le dijo en voz baja a su nieta.
Al cabo de haber caminado cinco minutos la abuela y la nieta ya  pudieron ver la figura de Amalia, hija y madre de ambas, que salió al encuentro de ellas con no poca alegría.

-Estaba loca por verte, cariño mío- exclamó al abrazar a su hija.
Un grupo de empleados municipales intentaban achicar el agua que se había empantanado enfrente de el Ayuntamiento, en la plaza mayor.

-Esta fortísima e inesperada tormenta es consecuencia del cambio climático – refunfuñaba unos de los empleados mientras intentaba dar salida al agua acumulada por unos de los callejones con pendiente.

- En que quedamos:  ¿ Por culpa del cambio climático o porque el arroyo está obstruido de basura y tierra  hasta los topes?- le respondió otro empleado.

-Cabe mucha posibilidad de que sea por lo primero, antes llovía mucho más que ahora pero lo hacía de forma más pausada, no tan de repente y salvaje como sucede en estos tiempos-le respondió Federica con bastante convencimiento.

-A la naturaleza la han manipulado hasta volverla loca- le soltó el más joven de los empleados municipales.  

 Joana, al rato de marcharse la abuela Federica, le preguntó a su madre :

- Mamá ¿que és el cambio climático?.

-Pero hija…. ¿De que te viene esa curiosidad repentina por el cambio climático? –le pregunto Amalia a su hija.

-Es que cuando venía hacia casa con la abuela , los empleados que intentaban achicar el agua en la plaza dijeron que estas lluvias repentinas y torrenciales son debido al cambio climático.-le respondió Joana a su madre.

- La Tierra se calienta porque la gente suelta gases que atrapan el calor, principalmente, por la quema de combustibles fósiles. Estos gases se llaman gases de efecto invernadero. El calor produce el deshielo de los glaciares (quizá se podría colocar un hielo en un vaso de agua y acercar una bombilla para comprobar cómo se derrite rápidamente) y fuertes tormentas como la de hoy. Todos estos cambios están sucediendo más rápido que nunca- le explico Amalia a su hija.

- ¿Y que pasará en el futuro si nadie frena el efecto invernadero?- le preguntó Joana

- Debemos exigir que se frene la emisión de gases a la atmósfera a los que tienen la responsabilidad de frenarlo- le respondió la madre.

-¿ Nosotras  lo estamos haciendo, mamá? ¿cómo podemos contribuir a solucionarlos?.

-Debemos  reciclar todos los deshechos que consumimos día a día, no arroja al mar, ni a los ríos  productos contaminantes o la basura , como el petróleo y los plásticos , exigir que se depuren las aguas que se vierten a los ríos y a la mar, evitar el talado masivo de de árboles en la selva o en los bosques, que provocan la desertización, utilizar el transporte público y no el privado y así evitar emitir gases contaminantes a la atmósfera, y un montón de muchas más cosas que ayudarían a frenar el cambio climático, hija mía.

-Ahora ya comprendo, mamá, porque se produce el cambio climático.


Madre e hija se abrazaron y se prometieron que, juntas, lucharían para frenar el cambio climático. 

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