viernes, 30 de abril de 2021

José Martinez, rebelde hasta el final

 


                              


Conocí a José hace mas de 15 años,cuando me abordó en la calle para solicitarme un ejemplar de El Mirall - porque quería leer el articulo de su amigo el cura, Lluís Hernández. Y aún recuerdo las primeras palabras que intercambiamos:

- Le tenía y le tengo mucho aprecio a Luis, me gustaría darle un fuerte apretón de manos, creo que Santa Coloma tardará en tener un buen alcalde como lo fue el cura - Me dijo de forma solemne.

Desde entonces hemos mantenido una amistad sincera, y la hemos cultivado allí donde hemos coincidido, sobre todo en actos reivindicativos o de denuncia .

José Martinez Nevado ya pasó de los 89 años de edad ,pero acude cada lunes a la Plaça de la Vila , a la concentración de La Marea Pensionista, no quiere perderse la cita de la que puede ser su ultima gran lucha: la defensa de una pensión digna, esa que se ha ganado a pulso desde que empezó a trabajar a la temprana edad de 8 años, cuando se vio obligado a ser pastor de ovejas, allá en su pueblo extremeño de La Morera, no había otra opción; él era el mayor de seis hermanos y tocaba arrimar el hombro.

Cuando José cumplió los 32 años de edad, y harto más que harto de arrastrar su planta por la Plaza de La Morera, en busca del necesario jornal, decidió coger el camino que otros paisanos y paisanas habían cogido anteriormente: el de la emigración .

                            La Morera se sitúa en las inmediaciones de La Parra, habiendo ostentado en otro tiempo el nombre de Carpio de Mérida. Tradicionalmente se trató de núcleo de escasa entidad poblacional. Así, en el siglo XVIII se le consignan tan sólo 300 habitantes, reduciéndose su estructura a una plaza y cuatro calles llamadas de los Remedios, Derecha, de Badajoz y del Pilar, siendo el resto del lugar ruinas de antiguas construcciones. A mediados del XIX las calles eran ya siete, y los moradores 456.

A José jamás se le olvidará su llegada a Santa Coloma , allá por Diciembre de 1962: Fue el año de la gran nevada: Medio metro de copos atenazaron durante días a una capital sin recursos y bajo el yugo franquista. La Navidad de 1962 fue la más blanca de la historia de Barcelona. Durante el día 25 de diciembre nevó todo el día, con mayor o menor intensidad, y en Sant Esteve la ciudad amaneció cubierta por un manto de nieve, que en algunas zonas alcanzó los 80 centímetros de grosor. En la imagen, el aspecto del Paseo Colón.



José se adaptó pronto al ritmo de la Catalunya industrial, al igual que le ocurría a cientos de trabajadores emigrados del campo a la ciudad, y fue pasando de un oficio a otro: tres años en fábrica de caucho, repartidor de refrescos con un camión, la construcción ,etc. Hasta que encontró el oficio definitivo que le dio estabilidad hasta su jubilación: oficial encofrador

José me habla de las mil luchas emprendidas en su vida activa de trabajador. Eran tiempos de dictadura y falta de libertad, pero que no evitaron que participara en las Comisiones Obreras clandestinas, en las asambleas vecinales detrás del campo de la Grama, preparando huelgas generales ,reivindicando ambulatorio y escuelas .

-Mi primera lucha fue la de reclamar una pensión para mi abuelo- me relata con los ojos húmedos -. Fue una conquista histórica: Era la primera vez que se le concedía una pensión a un veterano que estuvo en la guerra de Cuba. Tuve sus más y sus menos con el alcalde del pueblo, así como con el cura, pero al final conseguí que mi abuelo cobrara 100 pesetas mensuales de pensión. Aquella conquista siempre la recordaré con orgullo y satisfacción.

-Quien me iba a decir a mi, setenta años después, que tendría que salir nuevamente a las plazas para reivindicar unas pensiones dignas para la generaciones venideras – me confiesa José.

-Cuando sea mayor quisiera ser un guerrillero como , para no perder la dignidad, ni el coraje- le provoco.

El reloj de la Plaça la Vila marca las 11,30 y los concentrados de la Marea Pensionista se van diluyendo. Acompaño a José hasta la Rambla Sant Sebastiá, donde reside, y le deseo que se cuide , que los pensionistas no pueden perder un efectivo tan valioso como él. José me sonríe y me dice adiós con su inseparable bastón de apoyo.

3 comentarios:

  1. Buenos dias, creo que más que reclamar pensiones dignas para los nietos hay que reclamar trabajo digno y concienciar a trabajadores y empreserarios que no se trabaje sin afiliación a la Seguridad Social. Conozco personas que han trabajado toda su vida sin pagarse la pensión y ahora la reclaman.

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  2. Qué artículo tan hermoso y necesario. Muchas gracias!

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  3. Gracias por esas palabras. Alguna reivindicación he vivido yendo de su mano siendo un crío y otras a su lado,porque eso que te den la mano a cierta edad no estaba bien visto por los "colegas".
    Un luchador, con sus cosas buenas y sus cosas malas, como todos pero un luchador innegable.

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