Cada mañana, dentro del
horario impuesto, camino
por las laderas y valles de la Serra Marina, huyendo de una
enfermedad que suele
esconderse
en los pulmones de los más vulnerables. Me
introduzco por sus vericuetos caminos y cruzo unos cuantos hasta
sentirme seguro de esa enfermedad que parece que ya nos quiere dejar
. Y después de recorrer de punta a punta toda la serralada; desde
Gramenet, Moncada y Badalona, busco en
cada rincón del camino
el sonido de los pájaros que
la habitan: La paloma torcal, el Tudó, la tortola,la perdiz,el
pit-roig, el mosquitero,la garza,el estornino,el gorrión,el verdon,
la cardenera...que me hacen recordar la niñez y la naturaleza,pero
deseando que este paisaje y estos sonidos formen parte tambien del
mañana.
Con
la mirada fijada en el horizonte y cansado de caminar desando
los pasos dados en busca de la ciudad.
Bajo por el Torrent de
les Bruixes, me
detengo a refrescarme en las sombras de la Font de la Bota, mojo mis
labios de su agua y disfruto de las muchas postales que aparecen por
doquier. Continuo y mientras
mis suelas se enganchan
al irregular terreno del pendiente
camino , mi mirada se
entrecruza con otros caminantes . Abajo,en
la Font de Sant Roc,
reflexiono sobre las
horas que pasé entre la anarquica vegetación de la serralada,
llegando a la conclusión de que toda la inseguridad y miedo que ha
traido el virus no ha podido
vencer todos los
sentimientos y esperanzas que llevo en mi mochila vital: la ilusión
por seguir defendiendo la amenazada naturaleza, disfrutar
de la belleza de la Serra Marina y las ganas de compartir estos
sentimientos con la gente que quiero
.
Y la conclusión final que
saco es: Que de todo se aprende y se aprende con todo . Y lo
importante es no perder de vista lo que nos queda por vivir y, sobre
todo, lo importante es tener siempre nuevos horizontes.
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