miércoles, 6 de enero de 2016

Las albarcas desierta,

Pocos poetas supieron describir la noche mágica de los reyes magos como Miguel Hernandez. Solo él fue capaz de reivindicar que la noche de reyes debería ser para todos los niños y niñas, ricos y pobres. Este poema fue escrito por los años treinta del siglo pasado, cuando los reyes magos se olvidaban de los niños y niñas pobres. Ha llovido mucho y en nuestro país casi todos los niños y niñas reciben ya su regalo de reyes,Pero los poetas todavía nos recordamos de esos niños y niñas que no reciben regalo de reyes, y que nunca los recibiran porque desaparecieron debajo del mar.
Algún día, ese es nuestro sueño,ninguna albarcas, de ningun niño y niña de cualquier parte del mundo quedarán desiertas.
LAS ABARCAS DESIERTAS
Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda la gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y un mundo de miel.
Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.



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