viernes, 11 de diciembre de 2015

DIOS APRIETA , PERO NO AHOGA (Proverbio)




  

Dios  aprieta pero no ahoga. A ese consuelo de pobres estamos cogidos, desde hace siglos, un montón de gentes a la que antes se le llamaba clase obrera, rebautizada más tarde como clase trabajadora y ahora quieren que seamos las choni   y los nini, ya que no nos dejan ser clase media.       Dios  siempre estuvo ahí como último recurso, total si no cuesta nada  acogerse a sus prerrogativas. El día que le pongan iva e irpf a los suspiros de los desesperados no se que va ser de nosotros. Posiblemente sea el fin del mundo, ese que  nos anuncian los testigos de Jeová en su Atalaya . Puto pesimismo. Quién será el buen desepesimistador que despesimiste a los abandonados de todo cristo. El que lo consiga tiene su puesto, fijo, en la Moncloa y, después, en las eléctricas . Sino que se lo pregunten a los Felipe Gonzalez, a los Aznar y cia.  Esos que se  inflaron la caradura de promesas, prometiéndonos pan trabajo y libertad, al revés para que me entiendas.Los pobres del mundo no tenemos solución. Siempre tropezamos en la misma piedra y siempre votamos a los mismos que nos fornican ,por delante y por detrás. Y después, cuando nos vemos hechos una piltrafa, siempre acostumbramos a vociferar que nosotros no les dimos el voto. Y así nos va. Y antes los obreros  más  conscientes –eso creíamos y seguimos creyendo- echábamos manos de canciones revolucionarias para no venirnos a bajo, por ejemplo aquella de “No se rinde un gallo rojo hasta que no está bien muerto”, o aquella otra más vigente “El pueblo unido jamás será vencido”. Se acabaron las esperanzas revolucionarias, ahora solo nos queda agarrarnos al Dios de los trabajadores sin conciencia, esos que creíamos estaban alienados por el poder, porque aguantaban sin rechistar, una y otra vez, el castigo divino de vivir esclavizados. Ellos tenían claro , y lo siguen teniendo, que los pobres del mundo nacemos y morimos con el castigo divino de ser unos enmallados toda la santa vida.Pero en eso llegó el coletas. Se acabó el pesimismo. Llegó el comandante y mandó construir pasarelas para no sucumbir en el naufragio universal, como en su día hizo el Moises. ¡Quien no ha visto las seis horas que duraba la peli de los Diez Mandamientos. Que alivio sentíamos los niños y las niñas cuando Moises salvaba a su pueblo,  perseguido por los faraones malos. Pero volvamos a la llegada del nuevo mesías, al coletas, el que ha devuelto la fe y la esperanza-esperemos que se ahorre de darnos la caridad que padecemos ahora-. Una pasada la ilusión que trajo a los 5 millones de parados  a través de la Sexta. Rompió la barrera de soñar de los soñadores, al menos  hasta que se dieron cuenta  los de los  mercados y los del Ibex35. Pero eso también lo esperábamos, el coletas no se parecía en nada al mortadelo de Felipe Gónzalez . Y por eso se lo quieren cargar, y por eso se han inventado al liendres de Ribera. Y como no sea verdad lo de la remontada morada nos vemos otra vez pidiendo a la virgencita de Montserrat que al menos nos deje igual que estamos. Cuando llego a estos niveles de pesimismo suelo acordarme de mi madre, cuando la pobre mujer le decía, a  los más pobres del pueblo, aquellos que venía a pedir limosna a nuestra casa: “ Tener esperanza, Dios aprieta pero no ahoga”.

Fermín
Chueco Artero

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