Capitulo
5. EL JOAN
Aquella mañana, el Joan,
como venía haciendo desde que dejó de jugar al futbol en el
equipo local , solía realizar una hora de footing diaria en la ribera
colomenca del río Besós. Le gustaba el paisaje verde que lo
bordeaba y la brisa que subía por el río desde la playa. Ambos
contrastes le golpeaban suavemente la vista y el olfato, dos sentidos
vitales para él , ya que nunca soportó la ausencia de grandes zonas
verdes en la ciudad y la excesiva contaminación, provocada por la
masificación y los automóviles.
Mientras sus deportivas
avanzaban rítmicamente sobre la larga vereda que se había formado
en el cuidado césped del río, el Joán no dejaba darle vueltas a
lo que Caty le había confesado por teléfono. Pensaba que ella se
había precipitado al comunicarle a sus padres el inicio de su
relación. Por dos motivos evidentes: Él no estaba totalmente seguro
de que Caty fuera el amor de su vida y, porque de haberlo estado,
ella debió ser más paciente y haber dejado suficiente margen de
tiempo para que él hubiera podido demostrar a sus padres que no
salía con la hija de una de las familias más ricas de Barcelona
por su poderío económico, sino por que la amaba y, sobre todo, que
estaba dispuesto a firmar cualquier documento en el que renunciaba a
cualquier ayuda económica que viniese de ellos, quería dejar
patente que se sentía capaz de ganar el suficiente dinero para vivir
dignamente, tal como había vivido hasta ahora.
El Joán no era capaz de
hilvanar la hoja de ruta a seguir con los padres de Caty. Se sentía
cansado psicológicamente, más que por el esfuerzo de haber hecho 14
kilómetros en una hora. Y cuando ya creía tener la respuesta; la
desechaba por radical y rupturista. Siempre le vencía el miedo de
perder a Caty. Se estaba dando cuenta que ella lo habáa atrapado y
que la ecuación a resolver tenía, obligatoriamente,dos soluciones:
Demostrar, sinceramente, a los Arnau-Puigcarbo que no estaba con
Caty por sus millones. Y convencer a Caty de que se hiciera fuerte
para no desfallecer ante la presión familiar.
Una leve sonrisa le
salía al Joán por las fisuras de los labios mientras se duchaba;
estaba dispuesto, definitivamente, aceptar el reto que le habían
lanzado los Arnau-Puigcarbo. Lucharía hasta la extenuación para
conseguir a Caty y, también, para que su familia lo aceptara
definitivamente.
Mientras Joán se
pasaba el cepillo por su cabellera, intentando alisarse un poco sus empavonados
bucles, le solicitó a su madre,que se encontraba preparando el
desayuno para ambos en la cocina,que solo le hiciera una
tostada,en lugar de las dos de costumbre .
-Pero hijo ¿que te
pasa?,¿te encuentras mal?- Le interrogó su madre con voz
preocupada.
-Estoy perfecto mamá
,sucede que tengo un poco de prisa, a las diez en punto quiero estar
en la Plaza Bonanova -le respondió de forma risueña.
-Pero ¿desde cuando
han trasladado la facultad a esa plaza?-insistió su madre .
-Mamá voy a hacerle
una visita al padre de Caty,al todo poderoso señor Jaime Arnau -le aclaró
definitivamente.
Y entre sorbo del café
con leche y bocado de tostada, el Joán le fue desgranando a su madre
todo el plan que Caty y él había planeado para intentar hacerle
ver al pater family que lo suyo iba en serio y que no era una
aventura pasajera de verano. Era el primer asalto, cara a cara, que
iba a mantener con una persona que lo rechazaba sin tan siquiera conocerlo
a él. Quería intentar deshacer los absurdos perjuicios que pesaban
sobre la conciencia del señor Arnau ,en contra del chicot pobre de
Santako, ese desgraciat que quería robarle a su hija y su inmenso patrimonio,
largamente logrado.
Fanny, la madre de
Joán, puso cara de sorpresa y de preocupación a la vez, al observar
en el rostro de su hijo ese derroche de optimismo y seguridad. Por lo
que ella no podía evitar darle continuos consejos, en el sentido de
que fuera precavido y para que evitara cualquier tipo de
enfrentamiento, verbal o físico, con este tipo de gente que se
considera tan poderosa.
-La sangre no llegará
al Besós mamá.Somos gente civilizada que pretende resolver un
problema de forma positiva,- Intentaba tranquilizar Joán a su madre.
-Cuanto hubiera
deseado que la familia de Caty fuese gente sencilla como nosotros, entonces este problema no existiría,- se lamentaba Fanny.
El Joan cogió la
chaqueta azul marino que había estrenado cuando la boda de su hermana
Alexandra, y que le hacia juego con la camisa azul cielo y la corbata
roja que se había comprado el día anterior en los grandes almacenes de la
Plaza Catalunya. Quería impresionar al señor Arnau desde un primer
momento y para ello debía causar una buena impresión.
-Mamá, la suerte está
echada,no hay posibilidad de marcha atrás, que sea lo que tenga que
ser -le soltó Joán a su madre, mientras la abrazaba con cariño.
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