Dios aprieta pero no ahoga. A ese consuelo de
pobres estamos cogidos, desde hace siglos, un montón de gentes a la que antes
se le llamaba clase obrera, rebautizada más tarde como clase trabajadora y
ahora quieren que seamos las choni y
los nini, ya que no nos dejan ser clase media. Dios
siempre estuvo ahí como último recurso, total si no cuesta nada acogerse a sus prerrogativas. El día que le
pongan iva e irpf a los suspiros de los desesperados no se que va ser de
nosotros. Posiblemente sea el fin del mundo, ese que nos anuncian los testigos de Jeová en su
Atalaya . Puto pesimismo. Quién será el buen desepesimistador que despesimiste
a los abandonados de todo cristo. El que lo consiga tiene su puesto, fijo, en
la Moncloa y, después, en las eléctricas . Sino que se lo pregunten a los
Felipe Gonzalez, a los Aznar y cia. Esos
que se inflaron la caradura de promesas,
prometiéndonos pan trabajo y libertad, al revés para que me entiendas.Los
pobres del mundo no tenemos solución. Siempre tropezamos en la misma piedra y
siempre votamos a los mismos que nos fornican ,por delante y por detrás. Y
después, cuando nos vemos hechos una piltrafa, siempre acostumbramos a
vociferar que nosotros no les dimos el voto. Y así nos va. Y antes los
obreros más conscientes –eso creíamos y seguimos creyendo-
echábamos manos de canciones revolucionarias para no venirnos a bajo, por
ejemplo aquella de “No se rinde un gallo rojo hasta que no está bien muerto”, o
aquella otra más vigente “El pueblo unido jamás será vencido”. Se acabaron las
esperanzas revolucionarias, ahora solo nos queda agarrarnos al Dios de los
trabajadores sin conciencia, esos que creíamos estaban alienados por el poder, porque
aguantaban sin rechistar, una y otra vez, el castigo divino de vivir esclavizados.
Ellos tenían claro , y lo siguen teniendo, que los pobres del mundo nacemos y
morimos con el castigo divino de ser unos enmallados toda la santa vida.Pero en
eso llegó el coletas. Se acabó el pesimismo. Llegó el comandante y mandó
construir pasarelas para no sucumbir en el naufragio universal, como en su día
hizo el Moises. ¡Quien no ha visto las seis horas que duraba la peli de los
Diez Mandamientos. Que alivio sentíamos los niños y las niñas cuando Moises
salvaba a su pueblo, perseguido por los
faraones malos. Pero volvamos a la llegada del nuevo mesías, al coletas, el que
ha devuelto la fe y la esperanza-esperemos que se ahorre de darnos la caridad
que padecemos ahora-. Una pasada la ilusión que trajo a los 5 millones de
parados a través de la Sexta. Rompió la
barrera de soñar de los soñadores, al menos
hasta que se dieron cuenta los de
los mercados y los del Ibex35. Pero eso
también lo esperábamos, el coletas no se parecía en nada al mortadelo de Felipe
Gónzalez . Y por eso se lo quieren cargar, y por eso se han inventado al
liendres de Ribera. Y como no sea verdad lo de la remontada morada nos vemos
otra vez pidiendo a la virgencita de Montserrat que al menos nos deje igual que
estamos. Cuando llego a estos niveles de pesimismo suelo acordarme de mi madre,
cuando la pobre mujer le decía, a los
más pobres del pueblo, aquellos que venía a pedir limosna a nuestra casa: “
Tener esperanza, Dios aprieta pero no ahoga”.
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