Ya me lo repetía hasta la saciedad Lola, mi madre: ”Niño, tienes
que espabilarte, sino serás un desgraciado como tus padres". Me lo decía en un tono
de futuro, porque ella andaba preocupada de que sus hijos dejaran de ser unos don nadie como ella.
Y es que sabía lo que quería para sus hijos : Que lucháramos de
forma constante para ser alguien en la vida.
Lola, mi madre, estaba empeñada de que fuéramos ingenieros, como el hijo de la señora Julia,
la única catalana catalana del barrio. Y para conseguirlo deberíamos imitar su
comportamiento: Estudiar mucho y jugar poco con los niños traviesos de la calle.
Con tal de que Lola,
mi madre, nos dejara tranquilos, mis hermanos y yo siempre le prometíamos que
sí, que a partir de mañana nos
comportaríamos como el hijo de Julia .
Pero nada, al día siguiente rompíamos lo pactado con mi
madre y volvíamos a comportarnos como lo que éramos: Los hijo de Lola, la
emigrante andaluza. No teníamos remedio;
habíamos nacido para ser unos don nadie y
nada , ni nadie, podía evitarlo.
Mis hermanos y yo lo
intentamos todo para ser algo en la vida, más que todo por contentar a Lola,
nuestra madre. Y le hicimos caso, pero acudir a la escuela nocturna de oficios;
la de los jesuitas del Clot , o la municipal de la calle Rogent, después de
trabajar 8 o 10 horas en la fábrica, se hacía muy duro , por lo que ninguno de
los hermanos terminaba el primer curso.
La fábrica era lo único que nos quedaba para llegar a ser
alguien, eso sí a base de turnos de 12 y 14 horas , incluyendo sábados y algún
domingo. . ,
Pero lo de llegar a ser ingeniero, como el hijo de la
señora Julia, iba a ser tarea difícil, por no decir imposible.
Si Lola, mi madre, aún viviera estaría orgullosa de sus hijos, aunque solo uno alcanzara
el título de bachillerato. Porque vivieron de forma honrada y casi fueron felices. Eso
sí… estaría super orgullosa de sus nietos y nietas, algunos de los cuales
llegaron a graduarse en la Universidad, como el hijo de la señora Julia, la
única catalana de la calle Mozart. Pero eso estaba escrito en el destino y en
las probabilidades matemáticas: Los descendientes de los emigrantes nativos, o
inmigrantes, que nunca estoy seguro de cómo se debe decir, empiezan a levantar
cabeza en la segunda o tercera generación. Y así ha sido antes y también se repetirá la historia con
los nouvinguts de todo el mundo mundial.
Pero muchos inmigrantes nativos, que ya tienen su vida
resuelta y hasta la de sus nietos, suelen olvidarse demasiado fácilmente de su pasado reciente.
Porque no se entiende que, día si el otro también, tiendan a culpabilizar ,a
los nouvinguts, de todos los males que está sufriendo el Estado Español, en
lugar de señalar a los verdaderos culpables, que como es evidente son; el gran capital mundial y los Estados
Imperialistas que
desestabilizan e intervienen en los países que quieren
controlar política y militarmente.
Así que cuando me acuerdo de Lola, mi madre, no puedo dejar
de traer a la memoria las miles de madres nouvingudas que salieron de la
miseria de sus países, por la guerra o
por el hambre, que arriesgan sus vidas para conseguir que sus hijos o sus
nietos lleguen a ser ingenieros, como el hijo de la señora Julia, la única
catalana que vivía en la calle Mozart de Gramenet.
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