(Salir de la madriguera)
Aquella mañana Robert, el hijo pequeño de Sofie y Carles,tardaba demasiado en bajar de su habitación. Él siempre era muy puntual, jamás su madre tuvo que llamarle la atención por perezoso. Cada día, a las nueve en punto, solia aparecer por la estrecha escalera que comunicaba el salón comedor con la parte superior del piso.
A Sofie, la madre de Robert, le apetecía desayunar todos los días con su hijo,por varios motivos: Porque eran los únicos quince o veinte minutos, al día, que podía disfrutar de su retoño y, como toda madre, porque quería comprobar que los estudios universitarios los llevaba bien.
Sofie, cuando ya pasaban diez largos minutos de las nueve, empezó a impacientarse por la tardanza de su hijo y empezó a llamarlo por el hueco de la escalera. Pero extrañada y preocupada de no recibir ninguna respuesta de su hijo decidió subir al piso superior. Antes de entrar a la habitación de Robert golpeó suavemente la puerta con sus nudillos. Como tampoco respondía decidió abrir la puerta para comprobar que demonios le pasaba a su vastago.
El espectáculo con el que se topó Sofie le hizo ponerse histérica y descontrolada: Su hijo estaba echado encima de la cama boca arriba y de su boca salian borbotones de espumarajos. Sofie oteó fugazmente toda la habitación buscando el culpable de aquella situación hasta que por fin lo hayó: Un frasco vacio de pildoras estaba volcado en la repisa de la mesita de noche.
Sofie llamó gritando a su exposo; que se encontraba en el garage revisando los niveles del auto. Éste alarmado por los gritos hístericos de su mujer lanzó al suelo todo lo que tenía en las manos y empezó a subir los escalones de la escalera de cuatro en cuatro.
-Llama a una ambulancia mientras yo le hago vomitar.-Le ordenó a Sofie.
Para suerte de Robert la central de ambulancias tenía su central a menos de un kilometro, por lo que ésta no tardó ni cinco minutos en estacionarse en la puerta.
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Ya habían pasado mas de 30 días desde que Robert intentó suicidarse, ingiriendo mas de veinte pildoras tranquilizantes, y sus padres aún no habían descubierto las razones verdadera que empujaron a su hijo más pequeño a tomar tan drástica decisión. Robert, influenciado por su profesor de filosofia del instituto y por Jackeline, su primera novia, había optado por la carrera de Magisterio. A los padres les hubiera gustado que su hijo se hubiera decantado por una carrera técnica, por aquello de que se asegurase su futuro laboral,ya que las carreras de letras estaban cada vez más devaluadas. Pero ante la insistencia y la seguridad que mostraba su hijo optaron por darle la razón.
-Ya te decía yo que las relaciones entre Robert y Jackeline,tarde o temprano, se romperían; eran dos carácteres totalmente opuestos. -Le reprochaba Sofie a su marido.
-No seas simple cari, aquí el que ha fayado ha sido tu hijo, que el muy calzonazos se creía que el amor era eterno, como cuando tú y yo nos eramorámos a los 14 años. -Le contra argumenta a Sofie.
- Lo importante es que Robert se esté recuperando de su depresión y que nosotros estemos cerca de él. -Repetía una y otra vez Sofie.
-La mejor solución que veo es la de, una vez que se haya repuesto del todo, es animarle a que viva su propia vida, a que salga de la madriguera de los padres y empiece a convivir con gente de su misma edad, el que siga viviendo con nosotros no le aportará casi nada, nuestra función acabó cuando él cumplió los dieciocho, ya tiene casi 20 y le falta madurez.-Le sermoneo Carles a su exposa.
-Siempre tiene que ser lo que tú digas, una casi nunca cuenta para nada. -Se lamentaba Sofie.
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Aquella mañana templada de Septiembre, tres meses despues de que Robert estuviera totalmente respuesto, Sofie,con lágrimas en los ojos, abrazaba, con lágrimas en los ojos, fuertemente a su hijo más pequeño, éste había decidido independizarse, despues de haber contactado con compañeros de la universidad y que disponían de una habitación libre.
-No dejes de venir a visitarnos, que ya sabes que te echaremos de menos.-Les suplicaba Sofie a su hijo.
Robert, sin apenas girar la cabeza, le dedicó una sonrisa cómplice a la madre.
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