Las cloacas,
desagradecidas,
dejan una hilvanada huella,
de muerte,
resbalando bocabajo.
Veo aceites negros,
en las veredas de la noche;
que te arrojó el escorpión,
hambriento,
desde la otra orilla.
Después te han remendado,
con tirones amables
para lavar tu oscura arena
y ofrecerte escasa alegría
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